Material- Clase Virtual 10

Décima Clase Virtual Noviembre 17, 2020

 

Trabajo, Educación y Dinero:

Estos pueden ser temas difíciles de abordar en cualquier etapa de una relación por lo tanto es importante aprender a tratar y negociar con destreza ya que puede ser un detonante para el principio del fin de una relación.

Trabajo-

Es posible que te encuentres entre esas personas que se ven abrumadas por un exceso de trabajo al llegar a casa, o que te sientas frustrado por no poder dedicar el tiempo que deseas a tu pareja y tu familia por culpa de ello. Incluso que un mal día en el trabajo repercuta emocionalmente en tu relación de pareja.

 

¿Cómo combinar ambas facetas de la vida?

Para empezar, tanto si estás una relación de pareja como si tienes un trabajo más o menos estable, ¡enhorabuena! En estos días no es nada fácil conseguir alguna de las dos cosas, así que siéntete muy orgulloso y afortunado de poder disponer de ellas.

Lo creas o no, valorar cada aspecto por separado, dándole la importancia que tiene en tu vida y siendo consciente de lo complicado que es conseguirlo, ya es un primer paso para separar el trabajo y la pareja.

 

Recomendaciones para combinar trabajo y pareja

a. Planifica el tiempo

Lo primero es tener un horario claro y establecido de los momentos dedicados al trabajo, el tiempo otorgado a la relación y la familia. Crea unas horas específicas al día para pasar tiempo con tu pareja, igual que con el trabajo, y no te olvides de cumplirlas.

b. Separa ambos aspectos

El trabajo y la familia son dos mundos contrarios: ninguno tiene por qué verse envuelto en el otro, así que no aceptes tareas de más para hacer en casa ni hagas planes con tu pareja en horario de trabajo.

 

c. Organízate bien en el trabajo

Emplea el tiempo correctamente y evita distracciones, así como pausas o descansos de más. A la hora de trabajar, concéntrate en lo que estás haciendo y cumple tus tareas obligatorias para no tener que hacerlas en casa.

 

d. Prioriza lo importante

No creas que todo el trabajo es esencial, o que no se puede hacer en otro momento, de otra forma o incluso no hacerlo. En casa también prioriza los asuntos que realmente son significativos; no hagas una montaña de un grano de arena y así tendrás más tiempo para ustedes.

 

e. Delega responsabilidades

A veces creemos que estamos solos en el trabajo o que nadie hará las tareas tan bien como nosotros. Aprende a confiar en tus compañeros y a repartir la carga que haya. Hazlo también en la pareja: no todo depende de ti, así que reparte la responsabilidad que tienes en los dos frentes por la salud de la relación.

 

f. Habla con tu pareja

Es posible que esté en tu misma situación, así que comparte tus dudas y preocupaciones. Sé un equipo que colabora en común en las tareas del hogar y en la dedicación a la relación.

 

g. Acepta lo inevitable

En ocasiones no habrá otra que dedicar más tiempo del deseado a asuntos del trabajo. No te frustres, y entiende que hay ciertos trabajos o tareas específicas que requieren una dedicación extra en casa.

 

 

 

h. Desconecta

Al fin y al cabo, es de lo que se trata. Cuando llegues a casa, es tiempo de estar con tu pareja y tu familia. Intenta centrarte en el momento y detén cualquier pensamiento que te lleve de vuelta al trabajo.

Recuerda estos consejos para lidiar mejor con la mezcla trabajo-pareja. De esta forma evitarás sufrir estrés laboral o problemas en el trabajo, y además disminuirán tus conflictos de pareja y tu relación se verá recompensada.

 

Educación-

Hasta hace unas décadas entre los matrimonios era muy común que el hombre fuera jefe de familia, y contara con un mayor grado de escolaridad que la esposa.

La educación tradicionalmente no estaba entre las cualidades que los hombres valoraban para compartir la vida con una pareja. Eran ellos los que llevaban la comida al plato, de manera que también las mujeres asumían como lógica su menor formación en ese reparto de roles.

Hoy en día, esto ha cambiado y se ha incrementado el número de matrimonios en los que ambos esposos cuentan con un nivel de preparación semejante e incluso, es creciente el número de matrimonios en que la mujer cuenta con un grado escolar superior al de su esposo. 

La tendencia comenzó a cambiar en la segunda mitad del siglo XX, con la masiva incorporación femenina a la universidad, hasta el punto de que en los años 90 en la mayoría de los países de la OCDE (los occidentales) ya había más mujeres con estudios superiores que hombres, lo que suele asegurar una independencia económica.

Pero ¿de qué manera influyen estos cambios en la relación de las parejas?

De acuerdo con una investigación publicada por la asociación americana de sociología, el nivel de estudios de los esposos no es un factor que determine el éxito y la permanencia de la relación, sin embargo, si encontraron que cuando ambos esposos cuentan con el mismo nivel de estudios, tienen 33% menos de probabilidades de divorcio.

Si bien es cierto que el desarrollo de muchas de las habilidades intelectuales lo proporciona el ámbito escolar, también es cierto que una buena educación, los valores y los modales no se adquieren de los grados escolares. 

De tal manera que una persona puede no tener un título profesional, pero si se ha preparado de manera informal a través de la lectura, la experiencia de vida, por el deseo de aprender y la investigación, puede fácilmente entablar una buena conversación y relacionarse con cualquier profesionista.

Ahora bien, sabemos que las relaciones de pareja por sí mismas no son sencillas, que es necesario tener mucha disposición para dialogar, escuchar, expresarse con claridad y respeto, negociar y ceder ante diferentes circunstancias y, si en el nivel de formación de los esposos hay diferencias importantes, esto si puede llegar a generar conflictos y desestabilizar al matrimonio, ya que repercutirá tanto en el tipo de conversaciones que tengan como en la manera de resolver los desacuerdos.

Por otro lado, la actitud también juega un papel determinante en la relación, ya que, ante la diferencia de desarrollo intelectual del esposo o la esposa, una simple conversación puede hacer sentir a uno de ellos que el otro tiene una actitud arrogante de superioridad, y al otro que no cuenta con la preparación suficiente para entenderlo. De esta manera se producen malentendidos y como consecuencia se generan conflictos.

 

Es claro que cuando hay una afinidad intelectual las probabilidades de que las cosas resulten más sencillas se incrementan, siempre y cuando vayan de la mano del amor, la honestidad y la comunicación, pero esto no determinara el éxito del matrimonio.

Por tal motivo, queremos darte algunas sugerencias que pueden ayudarte a fortalecer tu relación con tu esposo o esposa.

 

Trata de no idealizar a tu pareja, todos tenemos habilidades diferentes.

La admiración a tu pareja es fundamental para mantenerlos unidos.

Si existe una similitud en valores y educación la parte intelectual estará en armonía.

Cuida mucho tus actitudes, no te muestres superior ni inferior ante tu pareja.

Recuerda que no hay una fórmula mágica para que un matrimonio funcione y en ocasiones las grandes diferencias son las que más los unen. Ten presente que, en la familia, está la solución.

 

El Dinero-

Las estadísticas indican que dinero y pareja son un tema delicado. El dinero y su manejo es una de las causas más frecuentes de divorcio y uno de los conflictos más habituales después de este. Lo mejor es ser francos y directos desde un comienzo.

Hay un punto en el que las mariposas en el estómago ya no cuentan mucho en el amor. Es el momento en que los asuntos más terrenales comienzan a cobrar importancia y el idealismo se va reemplazando por un espíritu más práctico. El aspecto económico, por ejemplo, sale a relucir. Es ahí cuando dinero y pareja comienzan a formar un binomio de cuidado, que, si no se maneja con inteligencia y tacto, puede ser una fuente de conflictos que echen raíces.

El dinero es mucho más que un recurso material para los seres humanos. Cada uno de nosotros le otorga un significado consciente e inconsciente al mismo. Esto depende de cómo se hayan resuelto algunas etapas infantiles, de la educación recibida, de las experiencias que se hayan tenido con el dinero y del entorno en el que se viva.

Tarde o temprano, dinero y pareja son dos realidades que se encuentran. A veces, desde un comienzo. No son pocas las personas para quienes la situación económica del otro es una variable importante para elegirlo comopareja. Tampoco son pocas las relaciones que terminan contaminándose y destruyéndose por una falta de acuerdo o entendimiento.

 

Dinero y pareja: la sutileza inicial

En los temas de dinero, siempre hay algo de hipocresía, como bien lo señalaba Sigmund Freud. El padre del psicoanálisis aseguraba que, así como en los temas sexuales, los temas monetarios también están llenos de tabúes, medias palabras y prejuicios. Eso se ve con especial fuerza en las etapas iniciales de una relación.

Lo usual es que al comienzo de una relación amorosa el dinero sea un tema demasiado prosaico como para incluirlo dentro de la lista de temas sobre los que se alcanzan acuerdos. Por otro lado, la intensidad del propio amor motiva la entrega, evitando así los desacuerdos. Los dos quieren pagar, obsequiar al otro.

En esta primera etapa, de todos modos, quedan planteados algunos patrones que marcarán el binomio dinero y pareja. Casi siempre uno de los dos se muestra más generoso con los recursos, mientras que el otro es más receptivo. Habrá acuerdos implícitos sobre la conducta frente a los gastos. Por otro lado, el debate explícito suele llegar cuando empieza la convivencia.

 

Dinero, poder y asimetría

Por lo general, las personas buscamos parejas con un nivel económico parecido. No siempre es así, pero es lo que prima. Pese a esto, es difícil que los dos integrantes de la pareja tengan los mismos ingresos, los mismos patrones de gasto y las mismas expectativas. En este aspecto suele haber varias asimetrías, que resultan manejables cuando el contraste no es muy grande.

Uno de los problemas aparece cuando existen diferencias económicas en la pareja y además el dinero es importante en la distribución del poder. De esta manera, no son pocas las parejas en las que uno lleva todo o la mayoría del soporte en cuanto a lo económico, generando el otro una deuda que debe pagar de otra forma. Así, con el dinero puede conseguir, por ejemplo, que primen sus gustos o preferencias en debates sobre los que no haya cuerdo.

Tampoco es raro que haya competencia entre los miembros de la pareja. Esto sucede especialmente si los dos tienen éxito profesional y cuentan con buenos recursos. En caso contrario, cuando la privación es la nota predominante, puede que el otro se convierta en el sparring para desfogar la frustración.

 

Un tema de acuerdos francos

En el estudio Parejas jóvenes y divorcio, de González y Espinosa, publicado en la revista de psicología Iztacala, se señala que el dinero es el área con mayor probabilidad de generar conflicto en una pareja promedio. Indican que es el factor con mayor número e intensidad de desacuerdos, antes, durante y después de un divorcio. Los investigadores aseguran que el tema suele estar contaminado de sentimientos de angustia, ira, rencor, envidia, celos y muchos más.

Sin darse cuenta, muchas parejas terminan usando el dinero para propósitos que no corresponden. Para controlar al otro o para compensar un daño emocional, como una infidelidad, la indiferencia o el maltrato. Por eso el tema de dinero y pareja es uno de esos que exigen acuerdos inteligentes que condicionen lo menos posible los acuerdos que se alcanzan en otras áreas. La manera más sana de manejarlo es abordándolo de manera directa y revisando con periodicidad lo acordado.